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13.4.10

Los mapas conceptuales como herramienta de aprendizaje para el desarrollo de las competencias de análisis, argumentación e interpretación

                                

Edgar Bravo
La elaboración de mapas conceptuales es una estrategia de aprendizaje para la comprensión de una teoría o problema, al mostrar mediante un organizador gráfico, la manera como se articulan los conceptos principales y secundarios que lo lo componen. En este texto se muestra el uso de mapas conceptuales como estrategia de aprendizaje para el desarrollo de las competencias de análisis, argumentación e interpretación.

 El mapa conceptual (MC) es un tipo de organizador gráfico que muestra los conceptos principales y secundarios que se articulan alrededor de un tema y el tipo de relaciones que estos que forman entre sí. De esta manera, la construcción de un mapa conceptual pone en evidencia la estructura interna de un tema a partir de las relaciones lógicas que se organizan en torno a los conceptos o términos clave. El tema sobre el cual se elabora el mapa conceptual puede corresponder, en principio, a la lectura de un texto o a una temática desarrollada en clase.

 La construcción de un mapa conceptual pone en juego diversas competencias que contribuyen a ganar claridad conceptual y, por tanto, a mejorar la comprensión del tema. Las competencias que desarrolla un mapa conceptual principalmente son las de análisis, argumentación e interpretación. Examinamos a continuación cada una.

Para acceder al texto completo: aquí j

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Cómo elaborar un mapa conceptual en 10 pasos. Incluye criterios de evaluación


10.10.09

Cómo elaborar un mapa conceptual en 10 pasos. Incluye criterios de evaluación

Edgar Bravo M.  
Las pautas para la elaboración de mapa conceptuales muestran de manera simplificada procedimientos más efectivos para elaborar un mapa conceptual. Los criterios de evaluación, por su parte, se centran en los aspectos más relevantes que permiten determinar la calidad de los MC.

    1. Haber logrado un acercamiento comprensivo de la temática o el texto sobre el que se va a realizar el mapa conceptual.

    2. Elaborar una lista de los posibles términos del MC. En esta primera lista no hay que descartar ningún término que, en principio, pueda ‘clasificar’ para elaborar el MC. Es un error frecuente parar cuando se tiene cierto número de términos, sin haber considerado todos los que corresponden al texto o tema en cuestión; de esta manera podría dejarse por fuera algunos conceptos clave.

3. Seleccionar los términos que van a ir en el MC. Es conveniente hacer una lista previa de los conceptos. El número de los mismos depende de cada texto o tema a considerar. Recargar el mapa de muchos términos, puede hacerlo prácticamente inmanejable. Por ejemplo, 30 o más dificulta su construcción. Entre 10 y 20 términos, es mucho más manejable. Estas cifras deben tomarse no más como una guía. Más de 30 términos hacen prácticamente inmanejable el MC. Entre 20 y 30 términos, implica mayor grado de complejidad por la cantidad de relaciones que hay que establecer. Entre 10 y 20 términos, el MC es mucho más manejable. Hay que tener en cuenta que las cifras sirven de guía para ‘medir’ la complejidad del mapa, por tanto, no determinan de manera concluyente el grado de complejidad del MC.

Para acceder al texto completo: aquí

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30.8.09

¿Qué lugar ocupa la filosofía en el campo del conocimiento?

Por Edgar Bravo
Se plantea el lugar que ocupa la filosofía en el entramado del campo del conocimiento; en particular, su relación con las ciencias.

¿A qué tipo de conocimiento pertenece la filosofía? En las teorías del conocimiento clásicas es usual la distinción entre “sujeto” y “objeto”. El sujeto se refiere al agente del conocimiento, ‘al que conoce’, y el objeto a ‘lo que se estudia y conoce’. Decimos que el ‘conocimiento’ es lo que media entre el uno y el otro. La ciencia moderna espera la mayor objetividad posible del sujeto frente al objeto de conocimiento, es decir, trata de eliminar la mayor subjetividad posible y de esta manera garantizar el conocimiento científico.

Sin embargo, tal pretensión de objetividad responde más a un ideal que a una realidad pues son muchos los aspectos que la dificultan. En lo que sigue vamos a mostrar como la objetividad está condicionada y varía de acuerdo con el ‘objeto’ de estudio; no es lo mismo estudiar la trayectoria de un cuerpo celeste que seguirle la pista al quehacer de un sujeto en un día de su vida. En el primer caso, si se conocen las variables la trayectoria del cuerpo se puede determinar de manera más o menos precisa pues el mismo está sujeto al determinismo de las leyes físicas. No ocurre lo mismo en el segundo caso, pues a pesar de conocer muy bien a nuestro sujeto esté puede sorprendernos en cualquier momento con un comportamiento imprevisible. Dicho de otra manera, las variables que condicionan el accionar del ser humano son ilimitadas además de complejas, muchas de las cuales jamás vamos a conocer, incluso ni siquiera el mismo sujeto sería capaz de enterarse de todas sus motivaciones ya que muchas de ellas pertenecen al inconsciente.
Esta observación nos sirve para establecer una clasificación de las ciencias dependiendo de la naturaleza de su objeto de estudio:
La clasificación de las ciencias

Esta clasificación de las ciencias según su objeto de estudio nos permite inferir que en el campo de las ciencias empíricas los objeto de estudio de las ciencias naturales actúan más o menos según los patrones de las leyes naturales (a excepción claro de los objetos que estudia la física cuántica) y por lo tanto, están sujetos a la necesidad, esto es, que no pueden actuar en las mismas circunstancias de otra manera a como lo hacen. En contraste con estas ciencias, el objeto de estudio de las ciencias humanas o sociales es por su misma naturaleza más complejo y difícil de aprehender pues los seres, las acciones y las relaciones humanas que son su objeto de estudio no operan bajo el determinismo de las leyes físico-matemáticas, sino que, por el contrario, de manera mucho más aleatoria e impredecible, la libertad y la complejidad de las motivaciones de los individuos y grupos humanos no permite cálculos exactos sobre este objeto de estudio.

De ahí que no es dable esperar en las ciencias humanas la misma precisión matemática que se da en las ciencias naturales. La razón no se encuentra en la ‘falta de seriedad’ o en la precariedad de los métodos de las ciencias humanas o sociales, sino en que por su misma naturaleza los objetos de estudio de estas últimas no se dejan atrapar o reducir a la lógica racional de las leyes físico-matemáticas. Muchas veces esta falta de precisión en las ciencias sociales o humanas es valorada de manera peyorativa sin tener en cuenta que la naturaleza de su objeto de estudio no es la misma que la de las ciencias naturales. Así como decía Aristóteles, no podemos esperar la misma precisión en la ciencia de la política que en una demostración matemática.

Quién se interese por los asuntos humanos debe aprender a convivir con la complejidad e incertidumbre que genera su objeto de estudio. Adicional a esto y retomando las consideraciones sobre el sujeto y el objeto de conocimiento iniciales, tenemos que en el caso de las ciencias sociales o humanas el objeto de estudio es al mismo tiempo el sujeto o agente de conocimiento, pues justamente somos nosotros, los seres humanos, quienes reflexionamos sobre nosotros y nuestro quehacer. Por lo demás, también hay que tener en cuenta, que a diferencia de las ciencias naturales que buscan explicar y predecir los fenómenos que estudian, las ciencias sociales o humanas intentan más bien comprender las acciones humanas.
¿Qué lugar ocupa la filosofía en este entramado de las disciplinas científicas?

La obra de Newton Los principios matemáticos de la filosofía natural, de 1686, con anotaciones a mano de Newton.


En tanto que saber la filosofía no encuadra en ninguna de las ciencias, sino que por su particularidad las atraviesa a todas, pero también está antes y después de ellas. Desde los comienzos de la filosofía occidental en la Grecia del siglo VI a.C. todo el saber científico formaba parte de la filosofía, hasta el libro de Newton, publicado en 1686, Principios matemáticos de la filosofía natural dan cuenta de hasta qué punto la física formaba parte de la filosofía. Por su parte, los grandes tratados de psicología, desde Platón, Aristóteles, Agustín de Hipona, Descartes, Kant, hasta el siglo XIX son del dominio de la filosofía. Sólo cuando una disciplina madura, se especializa y construye su propio método se convierte en una ciencia. Mientras tanto pertenece al reino de la filosofía. Así, pues, forman parte de la filosofía todos esos problemas aún no resueltos. Pero también al final del camino de las ciencias, en sus estadios más avanzados, los problemas científicos se vuelven cuestiones filosóficas: ¿qué es finalmente la vida? ¿qué hay más allá del universo? ¿es la antimateria que han descubierto los físicos una forma de no ser? ¿el no ser es posible? ¿qué es la muerte? Todas estas cuestiones aparecen en los límites del conocimiento de ciencias tales como la biología, la medicina, la astronomía y la física. Son cuestiones filosóficas.

Si bien cada ciencia tiene determinado objeto de estudio sobre la realidad, la filosofía se ocupa también desde el campo de la epistemología de examinar esos discursos que hablan sobre la realidad, convirtiéndose en una teoría sobre los discursos de la ciencia. Encontramos entonces estudios sobre la filosofía de la física, la filosofía de las matemáticas, o en general, sobre la filosofía de la ciencia, la filosofía de la educación, entre otras. Ejemplos cuestiones filosóficas que aborda la filosofía de la ciencia: ¿qué es una hipótesis? ¿qué es la verdad? ¿cómo progresa la ciencia? ¿qué caracteriza a una revolución científica? ¿qué tan fiable es el método científico? ¿qué es finalmente la educación? ¿qué es la vida y de dónde viene? ¿qué es la mente?

Habrá, sin embargo, problemas eternamente filosóficos: ¿en qué consiste la felicidad? ¿cuál es la mejor manera de organizar una sociedad? ¿qué le da sentido a la vida humana? ¿qué es la justicia? ¿en qué consiste la responsabilidad moral? ¿existen valores universales o sólo relativos? ¿por qué existe el universo? ¿por qué existimos? ¿existe el alma? ¿qué es la amistad? Estas cuestiones de suyo son clásicas en la historia del pensamiento filosófico.