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10.10.18

El trabajo enajenado y los límites de la autorrealización del ser humano

Karl Marx

Los Manuscritos económico-filosóficos de 1844, escritos por el joven Marx, durante su estancia en Paris (conocidos también como los Cuadernos de París), esbozan, no sin cierto aire humanista, la concepción antropológica y ética del hombre concreto, del hombre real, del hombre de a pie. En ellos, Marx demuestra de qué manera, las determinaciones históricas y socioeconómicas condicionan la autorrealización del ser humano, generando alienación del trabajador respecto al objeto de su trabajo, y por ende, a la actividad misma de la producción y, en últimas, respecto a su relación consigo mismo y con los demás. La selección de textos que aquí se presenta corresponde a los Manuscritos de 1844 en la que el filósofo alemán muestra la naturaleza y las consecuencias del trabajo enajenado.   Versión: PDF.

5.8.09

Crítica de Feuerbach y de Marx a la religión

Edgar Bravo M.

Ambos pensadores son influenciados por Hegel. Sin embargo, toman distancia en cuestiones religiosas. Para Feuerbach la religión pertenece al campo de la antropología en el sentido en que la idea de Dios es una creación del hombre, y no al revés, como tradicionalmente se ha planteado. Dicha creación no es más que el reflejo de los anhelos humanos, esto es, de todo aquello que el hombre no es capaz de realizar, de sus frustraciones, de sus limitaciones. Dios encarna el ideal de lo que el hombre desea pero no puede alcanzar. La religión es una creación humana, no una invención exclusiva de los sacerdotes y pastores, si bien estos últimos se ha servido de ese anhelo profundo que acompaña al corazón humano para someter y dominar las almas. Entre más alto y perfecto Dios, más pequeño y miserable el ser humano.

Marx comparte la crítica de Feuerbach a la religión pero va más allá. Para Marx el origen de esta necesidad profunda (la idea de Dios) inscrita en la condición humana no es producto de los límites de la vida humana, sino que la misma descansa en la explotación económica. Es decir, que en últimas –para Marx- la representación de un Dios como reflejo de los anhelos humanos es producto de la miseria causada por la explotación económica del sistema capitalista. De ahí que para superar esta representación religiosa el ser humano debe transformar la realidad concreta en que vive, transformar las condiciones económicas y sociales que son la causa última de esa ideología religiosa. No se trata, pues, como planteaba Feuerbach de una superación de la religión a través de la comprensión intelectual, sino a través de la acción real y concreta que posibilite la superación de esa mentalidad.