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21.8.23

La condición humana según el existencialismo

Según el filósofo francés (1905-1980), la condición humana está constituida por los límites a priori que definen nuestra situación en el univierso y entre los cuales se destacan el hecho de estar en el mundo, de tener que trabajar, de tener que relacionarnos con los demás y del hecho de ser mortales. Sin importar la época ni las circunstancias particulares, cada ser humano se enfrenta a ellos del modo en que puede: bien sea para tratar franquearlos, de ampliarlos o de negarlos. Cada intento no solo habla de quién lo hace sino de la humanidad entera representada en cada uno.

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7.9.21

Las cuestiones fundamentales de la libertad

Erich Fromm
El psicoanalista alemán plantea las cuestiones que resultan fundamentales al momento de tratar de entender la dimensión y complejidad que entraña la pregunta por la libertad para el sujeto moderno en tanto que problema filosófico, psicológico, sociológico y antropológico. Este texto corresponde a un aparte de su célebre libro El miedo a la libertad. De otra parte, este texto nos da una buena idea de lo que implica formularse un problema a través de preguntas filosóficas.

Las cuestiones fundamentales que surgen cuando se considera el aspecto humano de la libertad, el ansia de sumisión y el apetito de poder, son estas: ¿Qué es la libertad cómo experiencia humana? ¿es el deseo de libertad algo inherente a la naturaleza de los hombres? ¿se trata de una experiencia idéntica, cualquiera que sea el tipo de cultura a la cual una persona pertenece, o se trata de algo que varía de acuerdo con el grado de individualismo alcanzado en una sociedad dada? ¿es la libertad solamente la ausencia de presión exterior o es también la presencia de algo? Y, siendo así, ¿Qué es ese algo? ¿Cuáles son los factores económicos y sociales que llevan a luchar por la libertad? ¿puede la libertad volverse una carga demasiado pesada para el hombre, al punto que trate de eludirla? ¿Cómo ocurre entonces que la libertad resulta para muchos una meta ansiada, mientras que para otros no es más que una amenaza? ¿no existirá tal vez, junto a un deseo innato de libertad, un anhelo instintivo de sumisión? Y si esto no existe, ¿Cómo podemos explicar la atracción que sobre tantas personas ejerce actualmente el sometimiento a un líder?

Para acceder al texto completo: aquí.

7.8.21

Nos da miedo pensar

Bertrand Russell

No siempre estamos dispuestos a aceptar las consecuencias en nosotros y en los demás, del ejercicio de pensar. Tarde que temprano, el pensamiento termina cuestionando la moral establecida y los límites del poder. El texto del filósofo inglés (1872-1970) es una vehemente defensa del pensamiento crítico, tan mentado pero tan escaso en nuestros días. 

El ser humano teme al pensamiento más de lo que teme al cualquier otra cosa del mundo; más que a la ruina, incluso más que la muerte. El pensamiento es subversivo y revolucionario, destructivo y terrible. El pensamiento es despiadado con los privilegio, las instituciones establecidas y las costumbre cómodas; el pensamiento es anárquico y fuera de la ley, indiferente a la autoridad, descuidado con la sabiduría del pasado.

Pero si el pensamiento ha de ser posesión de muchos, no el privilegio de unos cuantos, tenemos que habérnoslas con el miedo. Es el miedo el que detiene al ser humano, miedo de que sus creencias entrañables no vayan a resultar ilusiones, miedo de que las instituciones con las que vive no vayan a resultar dañinas, miedo de que ellos mismos no vaya a resultar menos dingos de respeto de lo que había supuesto.

¿Va a pensar libremente el trabajador sobre la propiedad? Entonces, ¿qué será de nosotros los ricos? ¿Van a pensar libremente los muchachos y las muchachas jóvenes sobre el sexo? Entonces, ¿qué será de la moralidad? ¿Van a pensar libremente los soldados sobre la guerra? Entonces, ¿qué será de la disciplina militar?

¡Fuera el pensamiento! ¿Volvamos a los fantasmas del prejuicio, no vayan a estar la propiedad, la moral y la guerra en peligro!

Es mejor que los seres humanos sean estúpidos, amorfos y tiránicos, antes de que sus pensamientos sean libres. Puesto que si sus pensamientos fueran libres, seguramente no pensarían como nosotros. Y este desastre debe evitarse a toda costa. Así arguyen los enemigos del pensamiento en las profundidades inconscientes de sus almas. Y así actúan en las iglesias, escuelas y universidades. 

Para la versión completa: PDF

11.5.21

La herencia biológica y cultural

Francisco José Ayala

La evolución del ser humano, a diferencia de la de los demás organismos, tiene dos dimensiones: una, biológica; la otra, cultural. La evolución cultural es específicamente humana; no se da, al menos en sentido propio, en ningún otro organismo. En el ser humano, la evolución biológica y la evolución cultural se entrañan mutuamente como las dos vertientes de una cordillera. Las dos vertientes pueden ser muy diferentes en topografía, e incluso en flora y fauna, pero están mutuamente relacionadas de múltiples maneras y conducen a las mismas cimas. De manera análoga, la evolución biológica y la cultural depende una de otra. La cultura sólo puede existir sobre una base biológica apropiada y depende enteramente de la naturaleza y las cualidades de tal base. Al mismo tiempo, la cultura extiende sobremanera el poder adaptativo de la naturaleza biológica y constituye la fuente más importante de los cambios ambientales que determinan la evolución biológica humana. 

Las dos dimensiones de la evolución humana, biológica y cultural, corresponden a las dos clases de herencia, genética y cultural, que existen en el ser humano. Medawar llama a estas dos clases de herencia endosomática y exosomática; respectivamente. La herencia biológica es similar en el ser humano y en los demás organismos de reproducción sexual. Se basa en la trasmisión de información genética en forma de ácido desoxirribonucleico (ADN) de una generación a las siguiente a través de las células sexuales o gametos. El cigoto, resultante de la fertilización del óvulo femenino por el espermatozoide masculino, contiene la información genética que, interaccionando con el ambiente, dirige el desarrollo de las características anatómicas, fisiológica y psicológicas del individuo adulto. 

25.7.18

Las tres transformaciones del espíritu

Friedrich Nietzsche
El autor de Así habló Zaratustra examina las transformaciones y la lucha del espíritu humano que busca su emancipación: pasar de camello a león, y de este a niño. Transformarse, una y otra vez,  se trata "de separarse, de alejarse de aquello a lo cual habría necesidad de decir no una y otra vez" (Ecce Homo, 3) hasta "llegar a ser - como decía Píndaro - el que es", a producir y descubrir el verdadero deseo. Sirve como corolario al texto de Nietzsche, lo que dice Gilles Deleuze: "Nunca encontraremos el sentido de algo, si no sabemos cual es la fuerza que se apropia de la cosa, que la explota, que se apodera de ella o se expresa en ella" (Nietzsche y la filosofía).   Para acceder al texto de Nietzsche: PDF




11.12.17

El hombre como historia

 José Ortega y Gasset

El filósofo español (1883-1955) en este fragmento de su obra Historia como sistema[1]contrapone la concepción del ser humano como una entidad con una naturaleza definida  frente a la del ser humano como algo no definido, sino siempre haciéndose a sí mismo. 

Mal podía la razón físico-matemática, en su forma crasa de naturalismo o en su forma beatífica de espiritualismo, afrontar los problemas humanos. Por su misma constitución, no podía hacer más que buscar la naturaleza del hombre. Y, claro está, no la encontraba. Porque el hombre no tiene naturaleza. El hombre no es su cuerpo, que es una cosa; ni es su alma, psique, conciencia o espíritu, que es también una cosa. EI hombre no es cosa ninguna, sino un drama – su vida, un puro y universal acontecimiento que acontece a cada cual y en que cada cual no es, a su vez, sino acontecimiento. Todas las cosas, sean las que fueren, son ya meras interpretaciones que se esfuerza en dar lo que encuentra. El hombre no encuentra cosas, sino que las pone o supone. Lo que encuentra son puras dificultades y puras facilidades para existir. El existir mismo no le es dado «hecho» y regalado como a la piedra, sino que –rizando el rizo que las primeras palabras de este artículo inician, diremos– al encontrarse con que existe, al acontecerle existir, lo único que encuentra o le acontece es no tener más remedio que hacer algo para no dejar de existir. Esto muestra que el modo de ser de la vida ni siquiera como simple existencia es ser ya, puesto que lo único que nos es dado y que hay cuando hay vida humana es tener que hacérsela, cada cual la suya. 

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7.4.17

El papel de la razón en los asuntos humanos

Betrand Russell. 

¿Qué papel juega la razón en los asuntos humanos? ¿En qué consiste la razón? ¿Es preferible guiarse por las pasiones que por la razón? Estas y otras cuestiones relacionadas examina Russell en el siguiente fragmento de su obra El conocimiento humano. 


   Se me dice una y otra vez que sobrestimo el papel de la razón en los asuntos humanos. Esto puede significar que creo que la gente es o debería ser más racional de lo que mis críticos creen que es. Pero creo que hay un error previo por parte de mis críticos, y es que ellos, no yo, sobreestiman de forma irracional el papel que la razón es capaz de juzgar, y esto se produce, creo, por el hecho de que confunden totalmente lo que significa la palabra "razón". 


   “Razón” tiene un significado perfectamente claro y preciso. Significa la elección de los medios adecuados para lograr un fin que se desea alcanzar. No tiene nada que ver con la elección de los fines. Pero los enemigos de la razón no se dan cuenta de esto, y piensan que los defensores de la racionalidad quieren que la razón dicte los fines al igual que los medios. En los escritos de los racionalistas no hay nada que justifique esta postura. Hay una frase famosa: “La razón es, y sólo debería ser, esclava de las pasiones.” Esta frase no procede de las obras de Rousseau, Dostoievsky o Sartre, sino de la de David Hume. Expresa una opinión que yo, como todo hombre que intenta ser racional, apruebo por completo.  


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14.6.16

Las preguntas esenciales de la filosofía

Immanuel Kant

El campo de la filosofía puede reducirse a las siguientes preguntas: ¿Qué puedo saber? ¿Qué debo hacer? ¿Qué me está permitido esperar? y ¿Qué es el hombre? A la primera pregunta responde la Metafísica, a la segunda, la Moral; a la tercera, la Religión, y a la cuarta, la Antropología. Pero, en el fondo, se podría considerar todo ello como perteneciente a la Antropología, pues las tres primeras preguntas se refieren a la última.

Crítica de la razón pura, 1787

26.3.16

Una caña pensante

Blaise Pascal

El hombre no es más que una caña, la más débil de la naturaleza; pero es una caña pensante. No es necesario que todo el universo se arme para destrozarlo: un vapor, una gota de agua es suficiente para matarlo. Pero aunque el universo lo destrozase, el hombre sería aún más noble que el que lo mata, porque sabe que muere y sabe la superioridad del universo sobre él; en cambio, el universo no sabe nada de ello. Toda nuestra dignidad consiste, pues, en el pensamiento. Es con éste como debemos ennoblecernos, y no con el espacio y el tiempo que podamos ocupar.

Pensamientos

1.10.15

La fuerza de la costumbre

David Hume

Las fuerzas por las que operan los cuerpos son enteramente desconocidas. Nosotros percibimos sólo sus cualidades sensibles; y, ¿qué razón tenemos para pensar que las mismas fuerzas hayan de estar siempre conectadas con las mismas cualidades sensibles?

No es, por lo tanto, la razón la que es guía de la vida, sino la costumbre. Ella sola determina a la mente, en toda instancia, a suponer que el futuro es conformable al pasado. Por fácil que este paso pueda parecer, la razón nunca sería capaz, ni en toda la eternidad, de llevarlo a cabo. 

Tratado de la naturaleza humana, 1739 

7.7.15

Acerca del prejuicio

Voltaire

Prejuicio es admitir una opinión sin haberla antes juzgado. De esta forma, en todas las partes del mundo inspiramos a los niños las opiniones que queremos antes que puedan juzgarlas. 

Hay prejuicios universales y necesarios que se proponen inculcar la virtud. En todos los países enseñan a los niños a reconocer la existencia de un Dios que castiga y premia, a respetar y querer a los padres, a considerar el robo como un crimen y la honestidad como una virtud, antes que los niños puedan comprender qué es el vicio y la virtud. Existen, pues prejuicios buenos que el juicio ratifica cuando el ser humano empieza a razonar. 

El sentimiento no es un prejuicio, sino algo muy superior. La madre no ama a su hijo porque le dicen que debe quererlo; le ama porque le ama. En cambio, respetamos por prejuicio al hombre revestido de ciertos hábitos que camina y habla con gravedad. Nuestros padres nos han dicho que debemos inclinarnos ante él y le respetamos antes de saber si merece nuestro respeto. Crecemos en edad y en conocimiento, nos percatamos de que ese hombre es un charlatán, interesado y orgulloso, y entonces despreciamos al que respetábamos ayer y el prejuicio sucumbe ante nuestro juicio. 

Diccionario filosófico, 1764

6.5.14

Discurso sobre la Dignidad del Hombre

Pico della Mirandola

El filósofo italiano Giovanni Pico della Mirandola, vivió en el periodo del Renacimiento, en el siglo XV, escribe su Oratio de hominis dignitate, como una exaltación de la capacidad del ser humano para hacerse a sí mismo. El texto está inspirado en el Génesis de la Biblia y en el Timeo de Platón, y constituye un manifiesto humanista del Renacimiento. Se presenta aquí un fragmento.

 “Cuando Dios ha completado la creación del mundo, empieza a considerar la posibilidad de la creación del hombre, cuya función será meditar, admirar y amar la grandeza de la creación de Dios. Pero Dios no encontraba un modelo para hacer al hombre. Por lo tanto se dirige al prospecto de criatura, y le dice:

 No te he dado una forma, ni una función específica, a ti, Adán.

12.2.13

Acerca de la incapacidad para comprender el sentido de la existencia humana

Blaise Pascal

Al ver la obcecación y la miseria del hombre, al contemplar al universo entero enmudecido y al hombre sin luz, abandonado a sí mismo, y como descarriado en este rincón del universo, sin saber quién le ha colocado en él, qué es lo que ha venido a hacer, lo que será de él cuando muera, incapaz de todo conocimiento, me espanto como un hombre a quien se hubiese transportado dormido a una isla desierta y espantosa, y se despertara sin conocer dónde está, y sin remedio de salir de allí. Y me admiro cómo no se cae en la desesperación un estado tan miserable. Veo junto a mí a otras personas de naturaleza semejante: les pregunto si están mejor informadas que yo, y me dicen que no: y para colmo, estos miserables descarriado, mirando en torno de sí, y viendo algunos objetos agradables, se han entregado y pegado a ellos. Por lo que a mí hace, no he podido apegarme a ellos, y considerando que, según todas las apariencias, hay algo distinto de lo que veo, he inquirido si este Dios no habrá dejado alguna señal de mí mismo. 

Pensamientos, X, 693.