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20.6.21

La ciencia moderna y las matemáticas

Yuval Noah Harari

El mundo ha cambiado vertiginosamente en los últimos 500 años y, en buena parte, se debe al surgimiento de una ciencia nueva basada en la observación, el método experimental y el desarrollo de las matemáticas. Esta nueva forma de conocer deja atrás la fuente de saber que dominó el mundo europeo medieval: la Biblia. Ahí estaban todas las respuestas a lo que importaba saber. En este fragmento de la obra de Harari, De animales a dioses. Breve historia de la humanidad, se muestra las novedades que trae consigo este nuevo saber científico, en particular, el impacto de las matemáticas.

 

 “En 1500, los humanos estaban confinados a la superficie de la Tierra. Podían construir torres, escala montañas, pero el cielo estaba reservado a las aves, los ángeles y las deidades. El 20 de julio de 1969, los humanos llegaron a la luna. Esto no fue solo un acontecimiento histórico, sino una hazaña evolutiva e incluso cósmica. Durante los cuatro millos de años de evolución previos, ningún organismo consiguió siquiera abandonar la atmósfera de la Tierra, y ciertamente ninguno dejó la huella de un píe o de un tentáculo sobre la luna”.

Yuval Noah Harari

 La ciencia moderna no tiene dogma. Pero posee un núcleo común de métodos de investigación, todos los cuales se basan en recopilar observaciones empíricas (las que podemos observar con al menos uno de nuestros sentidos) y ponerlas juntas con ayuda de herramientas matemáticas. 

 A lo largo de la historia, la gente recopiló observaciones empíricas, pero por lo general la importancia de la misma era limitada. ¿Por qué malgastar recursos preciosos para obtener nuevas observaciones cuando ya tenemos [en la Biblia] las respuestas que necesitamos? Pero cuando los individuos modernos admitieron que no sabían las respuestas a algunas preguntas muy importantes, vieron necesario buscar un saber completamente nuevo. En consecuencia, el método moderno de investigación científica dominante da por sentada la insuficiencia del conocimiento antiguo. En lugar de estudiar antiguas tradiciones, ahora se pone el énfasis en nuevas observaciones y experimentos. Cuando la observación actual choca frontalmente con la tradición pasada, damos prioridad a la observación. Desde luego, los físicos que analizan los espectros de galaxias distantes, los arqueólogos que analizan los hallazgos de una ciudad de la Edad de Bronce y los politólogos que estudian la aparición del capitalismo no desdeñan la tradición. Empiezan estudiando qué es lo que han dicho y escrito los sabios del pasado. Pero desde su primer año en la facultad, a los aspirantes a físicos, arqueólogos y politólogos se les enseña que su misión es ir más allá de lo que Albert Einstein, Heinrich Schliemann y Max Weber llegaron a conocer. j

                                                                                                                                                           De animales a dioses. Breve historia de la humanidad.

2015.


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4.6.19

El mago y el científico


Umberto Eco                                                                                                                                                         En este texto, el semiólogo italiano, Umberto Eco, muestra como a pesar de vivir en la era de la tecnología todavía subsiste, y quizás ahora con mayor fuerza, una mentalidad mágica respecto a la tecnología y la ciencia. Nuestra relación con la ciencia, a través de su hija, la tecnología, está marcada por lo irracional más que por la comprensión. En parte, esto explica la seducción irresistible que la misma suscita. De alguna manera quedamos atrapados e hipnotizados por la tecnología, esa nueva forma de magia. Originalmente el texto fue publicado en el periódico El País de España el 14 de diciembre del 2002.

  

Creemos que vivimos en la que Isaiah Berlin, identificándola en sus albores, llamó la Edad de la Razón. Una vez acabadas las tinieblas medievales y comenzado el pensamiento crítico del Renacimiento y el propio pensamiento científico, consideramos que vivimos en una edad dominada por la ciencia. A decir verdad, esta visión de un predominio ya absoluto de la mentalidad científica, que se anunciaba tan ingenuamente en el Himno a Satanás, de Carducci, y más críticamente en el Manifiesto comunista de 1848, la apoyan más los reaccionarios, los espiritualistas, los laudatores temporis acti, que los científicos. Son aquéllos y no éstos los que pintan frescos de gusto casi fantástico sobre un mundo que, olvidando otros valores, se basa sólo en la confianza en las verdades de la ciencia y en el poder de la tecnología.
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6.12.18

5 criterios para evaluar una explicación científica

Irving Copi

La ciencia se ocupa de dar explicaciones sobre los hechos. Sin embargo, normalmente sobre un hecho se puede establecer diferentes explicaciones, más o menos correctas. Para que una explicación científica sea considerada como tal y preferible a otra, debe cumplir con unos criterios mínimos: debe ser relevante, verificable, compatible con otras hipótesis justificadas de manera suficiente, debe tener poder predictivo o explicativo, y cumplir con un criterio de simplicidad, entre más simple mejor. El texto presenta y analiza cada uno de estos criterios.  Para acceder al texto: PDF.


7.2.18

¿Por qué la filosofía no es una ciencia?

Luis Villoro

Porque la filosofía no es una ciencia. La filosofía no descubre nuevos hechos ni propone leyes que expliquen su comportamiento. La filosofía analiza, clarifica, sistematiza conceptos. Al hacerlo, pone en cuestión las creencias recibidas, reordena nuestros saberes y puede reformar nuestros marcos conceptuales. El análisis de los conceptos epistémicos es tarea de la filosofía, la explicación de los hechos de conocimiento, asunto de la ciencia; la pregunta por la verdad y justificación de nuestras creencias compete a la filosofía, la pregunta por su génesis y resultados, a la ciencia. 

 

 Creer, saber, conocer. (1982). México: Siglo xxi. P.12.

 

19.1.17

Experiencia estética y experiencia científica

Nelson Goodman 

Nominalista contemporáneo, en el texto De la muerte y otras materias sostiene que el mundo es una construcción simbólica de la cual existen diversas versiones correctas: “el mundo se disuelve en las versiones y las versiones hacen mundos, proporciona una ontología evanescente y se ocupa de investigar aquello que convierte en correcta a una versión y hace que un mundo esté bien construido”. En la primera parte de este texto se presenta un fragmento de su obra Los lenguajes del arte, (1976) en el que analiza las relaciones entre la experiencia estética y la experiencia científica, ¿qué tan cercana está la una de la otra? En la segunda parte del texto se proponen algunas preguntas para orientar el análisis del texto.   Seguir leyendo.