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3.9.09

¿En qué consiste la particularidad del saber filosófico?

Por Edgar Bravo
Qué particularidades hacen de la filosofía un discurso distinto al de los demás tipos de conocimiento y cuáles son las características de un texto filosófico.
Cuando nos referimos a la filosofía como disciplina se tiene la impresión de que la misma forma un todo unitario, un solo saber que en el transcurrir de la historia se ha ido consolidando hasta convertirse en un cuerpo de verdades más o menos unificado; sin embargo, en la práctica lo que designamos bajo el nombre de filosofía encierra una pluralidad de discursos, algunos más o menos coincidentes, otros diferentes entre sí y, definitivamente, otros no sólo diferentes entre sí, sino también opuestos. En este sentido, la unidad del saber filosófico es más aparente que real.

Entonces, ¿qué hace que esa multiplicidad de saberes filosóficos, tan distintos unos de otros, se agrupen bajo el nombre de filosofía? ¿en qué reside ese ‘aire de familia’ que caracteriza al saber filosófico? Ante todo en la manera de abordar sus objetos de estudio. Aunque no existe un canon definitivo de los rasgos que nos muestre en qué consiste ese ‘aire de familia’, es posible identificar algunos de ellos dada su recurrencia en la historia del pensamiento filosófico. Vamos a considerar de manera breve algunos de los rasgos más relevantes y constantes en el discurso filosófico.
La filosofía aborda los objetos de estudio de manera racional, analítica, crítica, histórica, sistemática, universal y reflexiva.
- Es un saber racional en tanto que sus planteamientos mantienen una coherencia lógica.
- Es analítico porque distingue los conceptos, tesis, argumentos, teorías y problemas.
- Tiene carácter crítico dado que establece juicios de valor.
- Posee una dimensión histórica ya que sitúa los problemas y las teorías en el contexto socio-cultural en el que surgieron, estudia su evolución a través de la historia y los actualiza en la realidad presente.
- Es sistemático en la medida en que aparece como un saber ordenado y coherente.
- Es universal pues busca los fundamentos, principios y esencia de los objetos estudiados.
- Es reflexivo pues su discurso vuelve de manera constante sobre sí mismo, para revisarse y actualizarse en todo momento.

La profundidad del pensamiento filosófico se hace evidente en los textos filosóficos, los cuales tienen ciertos rasgos esenciales que les dan un ‘aire de familia’. Son textos analíticos, interpretativos, argumentativos, críticos y propositivos. Cada una de estos rasgos interroga al objeto de estudio de diversas maneras:
- ¿Qué quiere decir el autor del texto? (requiere analizar e interpretar)
- ¿Cómo se justifica lo que plantea el autor? (identificar o construir argumentos)
- ¿Son aceptables los argumentos del texto? ¿estoy de acuerdo con las tesis y/o los argumentos que plantea el autor? ¿Por qué? (competencia crítica)
- ¿Qué propone el autor como respuesta al problema formulado? ¿Si no estoy de acuerdo, cuál es mi propuesta? (competencia propositiva).
El resultado de poner en juego todas estas competencias en el proceso de lecto-escritura de textos filosóficos ya sea en el estudio de los textos de los filósofos o en la producción de los propios, apunta a lograr la comprensión del objeto de estudio.