Edgar Bravo M.
A pesar de
haber compartido en buena parte la misma época, de que compartían las mismas ideas respecto a la posibilidad del conocimiento o respecto a la justica, encontramos también diferencias entre Sócrates y Platón. Aquí nos interesa resaltar una de ellas que nos parece esencial. Mientras Sócrates tenía puesto
su horizonte político en la Atenas que vivió, para su discípulo, como evidencia la República, el horizonte político estaba
puesto en el futuro. Este ensayo precisa esa diferencia.
Sócrates no
escribió nada. Lo que sabemos de él lo conocemos, principalmente, a través de
la obra de Platón, su discípulo. Sin embargo, Platón hizo también de Sócrates
el protagonista de los Diálogos en
los que expone sus propias ideas. Resulta pues necesario distinguir entre el
Sócrates histórico y el Sócrates platónico, es decir, Platón propiamente.
Como ya lo dijimos,
en ambos casos, quien escribe es Platón.
Sin entrar en muchos detalles, hay cierto acuerdo entre los especialistas en
clasificar la obra de Platón en 4 periodos, cada una reflejada en un grupo de
diálogos: los diálogos de juventud, que serían los que corresponden al Sócrates
histórico. Luego, están los llamados diálogos de transición, cuando Platón comienza
a construir su propia teoría a partir de un desarrollo de las ideas socráticas.
Luego vienen los del periodo de madurez y finalmente los de su época de la
vejez.
Platón fue un escritor prolífico. Sabemos de más de 30 diálogos que se han
conservado. Nunca dejó de trabajar sobre sus propias ideas: en tal diálogo
profundiza sobre un problema específico, en tal otro plantea una teoría que, a
la vez, es reformulada en diálogos posteriores. Todos ellos comparten al menos tres
características: la primera, que el protagonista infaltable es Sócrates;
la segunda, que de una u otra manera, sus obras dejan entrever, sino de manera
explícita, una preocupación por la política, y la tercera, que son una fuente
permanente de problemas, de preguntas abiertas. De esta última característica,
viene la afirmación de Withehead” (1956, 67), quizás un poco exagerada, según
la cual la tradición de la filosofía occidental no es más que “una serie de
notas marginales a Platón”; sin duda, se refiere a la riqueza de ideas y
problemas de la obra del filósofo griego.
Conviene la
clasificación anterior para los efectos de este ensayo. Como el título lo
indica, se trata de mostrar el horizonte hacia donde mira cada uno, Sócrates y
Platón, cuando discuten y desarrollan sus ideas. Se trata de evidenciar el
horizonte político y de paso, el horizonte formativo, que aquel implica como
propuesta. El objetivo es mostrar cómo, a pesar de la cercanía entre Sócrates y
Platón, el horizonte político de cada uno es diferente. Esperamos que tales
distinciones contribuyan a aclarar las diferencias entre Sócrates y Platón.
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