Edgar Bravo M.
Entre los diálogos de Platón, sobre todo los llamados diálogos socráticos, el Protágoras ocupa un lugar privilegiado. Aquí Platón expone, de manera amplia, diversas concepciones de Sócrates acerca de la educación, la cultura y la ética. Junto con la Apología y el Critón, el Protágoras nos da una visión de conjunto del pensamiento socrático.
Pero el mérito del Protágoras
es más amplio. En cuanto a su estilo, goza de una perfección difícilmente
igualada por ningún otro diálogo. La vivacidad de los personajes y la fluidez
con que se desarrolla el diálogo mantienen, a lo largo del mismo la vitalidad,
la elegancia y la claridad. En su extensión, también sobrepasa y con mucho, los
demás diálogos socráticos. En cuanto a su contenido, Platón desarrolla temas muy
socráticos, dejando de lado cualquier alusión a la Teoría de las Ideas. Por
todo lo anterior, no resulta aventurado pensar que este diálogo fuera escrito
en una época posterior a los primeros diálogos, no muy posterior quizá, y que
tenía como fin aclarar y conservar las enseñanzas de su maestro.
En el Protágoras se encuentra
una variada reflexión sobre la virtud; parte de esta reflexión se inicia ya en
diálogos anteriores. Pero a diferencias de esos diálogos, en el Portágoras el análisis no se centra en
una virtud particular, sino en todas las virtudes particulares en general, en
sus relaciones entre sí y sus relaciones con la virtud toda. Además de estos
temas, otros que estructuran el diálogo se refieren al debate, entre Sócrátes y
Protágoras, sobre la posibilidad de enseñar la virtud, sobre la concepción de
la virtud como saber y sobre la relación entre placer y saber.
El diálogo se abre precisamente examinando Sócrates las pretensiones de
los sofistas de erigirse en maestros de la virtud política. El escenario es la
casa de Calias, adonde asisten las personalidades intelectuales de la época:
Pródico, Hipias, el joven Alcibíades, Protágoras, entre otros. Podemos
imaginarnos el diálogo completo como un ejemplo típico de la polémica suscitada
por los sofistas en la segunda mitad del siglo V a.C. en Grecia, en torno al
problema de la educación, sobre todo enfocado a la vida política. En el
diálogo, Platón contrapone la concepción ética de Sócrates con la paideia de los sofistas. El problema
formulado es el siguiente: ¿puede la sabiduría del sofista engendrar en otros
hombres la virtud para hacerlos buenos ciudadanos?, en otras palabras, ¿es la
virtud enseñable?
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