22.3.22

La temperancia

André Comte-Sponville 

La temperancia es una de esas virtudes necesarias en todos los tiempos, sean estos  de abundancia o de escases. Generalmente una virtud mal entendida, Comte-Sponville aclara en estas páginas lo que es y lo que no es. Toma como referencia al gran filósofo griego Epicuro, para mostrar que la temperancia, con sabiduría, nos enseña a disfrutar mejor de los placeres.


El intemperante es un esclavo, tanto más sojuzgado cuanto lleva consigo por todas partes a su amo. Prisionero de su cuerpo, de sus deseos o de sus costumbres, prisionero de su fuerza o de su debilidad. Razón tenía Epicuro que en lugar de temperancia o moderación (sophrosyne), como Aristóteles o Platón, usaba la palabra "independencia" (autarkeia). Pero la una no va sin la otra: "La independencia es un gran bien, y no porque sea imperativo vivir con poco, sino porque no disponer de mucho nos permite contentarnos con poco, convencidos de que gozan más de la abundancia quienes no la necesitan, y de que es fácil procurarse lo natural y difícil obtener lo vano".4 En una sociedad no demasiado miserable, rara vez escasean el pan y el agua. El oro y el lujo nunca bastan, en cambio, en una sociedad opulenta, ¿cómo ser felices si no estamos satisfechos? ¿Y cómo estar satisfechos si nuestros deseos carecen de límites? Epicuro, sin embargo, se daba un festín con un poco de queso o pescado seco. ¡Qué alegría comer cuando se tiene hambre! ¡Qué alegría no tener más hambre después de comer! ¡Y qué libertad si sólo se está sometido a la naturaleza! La temperancia es un medio para la independencia, y ésta uno para la dicha. Ser temperante es contentarse con poco: pero no es el poco lo que importa: importan el poder y la satisfacción. Semejante a la prudencia -y quizás a todas las virtudes- la temperancia concierne, entonces, al arte de disfrutar: es un trabajo del deseo sobre sí mismo, de lo viviente sobre sí mismo. No pretende rebasar nuestras limitaciones, sino respetarlas.


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12.3.22

La ética de Sócrates

Edgar Bravo M. 
El texto presenta algunos aspectos de la ética de Sócrates: no cometer jamás injusticia, el conocimiento de sí mismo como requisito para la acción moral; su intelectualismo ético, que identifica la virtud con el conocimiento y el mal, con la ignorancia. Todo lo anterior desde el contexto político y social en que vivió y, desde su compleja y extraña personalidad.


La virtud-ciencia socrática no se debe concebir
como intelectualista, sino como práctica.
Roth Acker

 

La adecuación de las propias acciones a las ideas que se tiene acerca de la vida, del modo de conducirse en ella y de la postura ante la muerte, constituye en Sócrates un rasgo predominante en su personalidad. Sin embargo, estamos lejos de comprender su extraña personalidad a través de su pensamiento, o de lo que conocemos de él, puesto que esa misma personalidad  está hecha de contrastes: “bufón y serio, dueño de sí y demoniaco, dulce y violento, religioso y librepensador, asceta y amigo de banquete, aristócrata y demócrata, sofista y antisofista, terrenal e idealista”[1].

 

De otra parte, para comprender algunos hechos de su vida, entre ellos los de su propia muerte, es preciso no desconocer el contexto social, político y cultural en que vivió. En primer lugar, no es posible pensar a Sócrates por fuera de la polis. En su vida se ausentó de Atenas, su ciudad de origen, solo en dos ocasiones, y ambas en cumplimiento de sus deberes militares. Por lo demás, guardó siempre fiel obediencia a las leyes de la Ciudad-Estado, aunque no así a los gobiernos cuando estos incumplían las leyes y le obligaban a cometer injusticias. No hay que olvidar tampoco que Sócrates creció y vivió la primera mitad de su vida en el pleno esplendor de la democracia, la época más brillante de Atenas, en el siglo de Pericles. De ahí sus firmes convicciones políticas y su respeto por los valores en los que se sustenta la polis.

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[1] Belaval, Yvon. (1984). Sócrates, en Parain, Brice (director). Historia de la Filosofía. v. 2 México: FCE, p. 41.

19.2.22

La tarea de la filosofía moral

José Luis Aranguren

El profesor de ética J.L. Aranguren aprovecha el contraste entre el papel del moralista y el del filósofo moral, para precisar cuál es la tarea de este último. Conviene la distinción en tiempos, como estos, en que el moralismo, en su intento por vigilar y criticar las morales al uso, quiere ganar terreno y sustituir el papel de la filosofía moral.

Los hombres no han esperado a los moralistas para tener reglas morales, y los moralistas van detrás de los hombres que viven lo moral y detrás de las normas que se dan para regular su comportamiento.

La tarea de la filosofía moral es diferente de la acción moral. El filósofo no crea la moral: reflexiona sobre la ya existente, la crítica, depura y sistematiza, pero, salvo que se trate de la problemática "moral prospectiva” -formulada para situaciones nuevas, anticipadas-, no la inventa.

Lo que sí hace es:

1. Analizar el lenguaje de la moral.

2. Mostrar el carácter moral del hombre individualmente y en comunidad.

3. Revisar filosóficamente la moral histórica creada y, en especial, los problemas morales planteados en la actualidad. j

Propuestas morales, 1985

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10.2.22

Discurso pronunciado al recibir el Premio Nobel de Literatura

Octavio Paz

El 10 de diciembre de 1990, el pensador mexicano Octavio Paz recibía el Premio Nobel de Literatura. Para la ocasión, Paz pronunció un discurso en el que, anticipando el nuevo siglo, recordó con lucidez, las preocupaciones y las tareas pendientes después del derrumbe de las ideologías: el futuro de la democracia, la modernidad retardada para América Latina, el problema del reconocimiento de nuestra identidad -del que en tiempos de globalización casi no se habla-, y la crisis ambiental. La actualidad de sus palabras sigue siendo un derrotero para pensar las tareas pendientes de nuestro siglo.


Majestades, Señoras y Señores:

Seré breve. Sin embargo, como el tiempo es elástico, ustedes tendrán que oírme durante ciento ochenta largos segundos.

Vivimos no sólo el fin de un siglo sino de un período histórico. ¿Qué nacerá del derrumbe de las ideologías? ¿Amanece una era de concordia universal y de libertad para todos o regresarán las idolatrías tribales y los fanatismos religiosos, con su cauda de discordias y tiranías? Las poderosas democracias que han conquistado la abundancia en la libertad ¿serán menos egoístas y más comprensivas con las naciones desposeídas? ¿Aprenderán éstas a desconfiar de los doctrinarios violentos que las han llevado al fracaso? Y en esa parte del mundo que es la mía, América Latina, y especialmente en México, mi patria: ¿alcanzaremos al fin la verdadera modernidad, que no es únicamente democracia política, prosperidad económica y justicia social sino reconciliación con nuestra tradición y con nosotros mismos? 

20.1.22

Descartes, la travesía de un viajero

Edgar Bravo M. 
Descartes hizo de su vida una travesía permanente, también viajero intelectual, su vida fue una experiencia de un continuo hacerse, des-hacerse y rehacerse. Escribe como un explorador y descubridor, su lenguaje es sencillo pero vigoroso, sin afectación, más preocupado por transmitir sus descubrimientos que por hacer discípulos. Con Descartes estamos en la modernidad.

Más allá de los lugares comunes que ubican a Descartes como el iniciador de la filosofía moderna, como el filósofo racionalista de la modernidad, la pretensión de este ensayo es otra; digamos que tampoco trata acerca de su contribución a la historia de la filosofía, o del análisis de tal o cual problema clásico de la filosofía cartesiana (el cogito, Dios, el método, las verdades eternas, entre otros). La pretensión de este ensayo es mucho más modesta, marginal si se quiere, pero, en mi opinión, iluminadora y estimulante para pensar la naturaleza de la actividad filosófica. De ahí que no se trata aquí de reelaborar un discurso sobre la filosofía cartesiana, sino de reflexionar sobre aquello que hace Descartes como filósofo. Quizá esa es la mejor manera de aprender a filosofar. Esta reflexión se articula alrededor de una preocupación constante de Descartes por encontrar un camino que le permita conducir su vida de la manera más recta y segura posible. Para el desarrollo de esta idea me centro en la lectura de tres textos, la primera y la tercera parte del Discurso del método, publicado en francés en 1637 cuando Descartes tenía 41 años, y en una carta a la princesa Elizabeth, del 4 de agosto de 1645. La primera parte del Discurso es una especie de autobiografía personal e intelectual del filósofo francés; los otros dos textos son una exposición de su moral. Los tres textos, como la mayoría de su obra, está atravesada por la metáfora del viaje. Podemos aprovechar la misma para reconstruir su recorrido intelectual.                                                                                                                           
La formación y el discurso cartesiano se desarrollan para este fin en dos perspectivas. La primera se desarrolla en tres momentos: la lectura y el estudio de los libros de los autores clásicos y antiguos, su viaje por “el gran libro del mundo” y la construcción de su propio método para alcanzar un conocimiento cierto. La segunda coincide e inicia con este último momento, con esa búsqueda de certeza intelectual, para lo cual postula un moral de provisión, mientras revisa y pone en duda radicalmente sus creencias. Esta reforma privada de su entendimiento hace un desplazamiento, no sin cierta sutileza, hacia un escenario político. Aquí se desarrollarán algunas ideas para mostrar la convergencia de ambas perspectivas.

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4.12.21

Aceptar

Marguerite Yourcenar 

Después de 350 años de existencia, Marguerite Yourcenar, fue la primera mujer en entrar a la Academia Francesa de las Letras, (1980). Escritora, poeta, dramaturga y traductora. Entre sus obras sobresalen Alexis o el tratado del inútil combate, Cuentos orientales, Memorias de Adriano, Las caridades de Alcipo, Opus Nigrum.


El siguiente fragmento hace parte del libro Peregrina y extranjera (1989) que es una recopilación póstuma de ensayos publicada dos años después de su muerte. Presentamos aquí una bella y profunda reflexión sobre la muerte y el duelo. Yourcenar decía que “hay que escuchar a la cabeza, pero dejar hablar al corazón”. He aquí una muestra de tal afirmación.

 


Aceptar

Aceptar que tal o cual ser, a quien amábamos, haya muerto.

Aceptar que este o aquel ser no sea más que un muerto entre millones de muertos.

Aceptar que éste o aquel, vivos, hayan tenido sus debilidades, sus bajezas,

sus errores, que nosotros tratamos en vano de encubrir con piadosas mentiras, 

un poco por respeto y por compasión con ellos,

mucho por compasión de nosotros mismos,

y por la vaga vana gloria de haber amado solamente

la perfección, la inteligencia o la belleza.

 

Aceptar su independencia de muertos,

no encadenarlos, pobres sombras, a nuestro carro de vivos.

Aceptar que hayan muerto antes de tiempo

porque no existe el tiempo.

Aceptar nuestro olvido, puesto que el olvido

forma parte del orden de las cosas.

Aceptar nuestro recuerdo, puesto que, en secreto,

la memoria se esconde en el fondo del olvido.

Aceptar incluso –aunque prometiéndonos

que lo haremos mejor la próxima vez y en el próximo encuentro-

el haberlos amado torpe y mediocremente.


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23.11.21

Pautas metodológicas para la elaboración de un comentario de texto

Edgar Bravo M. 

El comentario es un ejercicio de análisis textual a través del cual se muestra el sentido de un texto. No se trata de hacer una paráfrasis del texto, de repetir simplemente en otras palabras lo que dice el autor. En el comentario se trata de penetrar el sentido profundo del texto mostrando la articulación del mismo alrededor de una idea central. Para ello es necesario tener claro el tema de que trata, los cuestionamientos que suscita, el problema al que trata de responder, así como los conceptos y las ideas centrales alrededor de las cuales se articula.

El desarrollo del comentario de texto se realiza a través de una estrategia que implica tres momentos: la lectura previa, la elaboración de la estructura del comentario y la escritura del comentario. Antes de describir cada uno de estos pasos, conviene tener muy presentes los siguientes principios metodológicos.

Principios metodológicos

Leer bien y mucho. Leer supone profundizar en el texto para encontrar su sentido. De ahí que tanto la lectura como la elaboración del comentario no son frutos de la improvisación. En realidad, solo comenzamos a comprender un texto cuando hacemos una relectura del mismo. Para adquirir buenos hábitos de lectura hay que leer mucho y de manera comprensiva.

Enfocar la atención en el texto. Sin una atención, disposición abierta hacia el texto, solo captamos información fragmentaria y descontextualizada. Para captar lo esencial del texto es necesario enfocarse en todos los planteamientos del texto. Leer de manera comprensiva es una actividad del espíritu que requiere concentración sobre cada una de las partes de texto; solo así el texto nos revela su sentido unitario.

Confiar en el texto. Captar el verdadero sentido del texto implica esclarecer su organización conceptual, lo cual requiere tiempo y esfuerzo. Confiar en el texto implica no ceder ante la dificultad, ni optar por la superficialidad; sino, por el contrario, perseverar en el esfuerzo para superar las posibles dificultades hasta llegar a su comprensión.

Establecer una estrategia de trabajo. El comentario exige un modo de proceder ordenado que permita esclarecer las ideas principales, los núcleos semánticos y la organización conceptual, que articulan el texto. Por lo tanto, de una estrategia o modo de proceder organizado.

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3.11.21

FODA: Una Metodología Ágil para diagnosticar proyectos

Edgar Bravo M. 

Las metodologías ágiles surgen en la última década del siglo pasado, como respuesta de adaptación a los entornos cambiantes a los que se enfrenta la ingeniería del software. Su versatilidad y flexibilidad, ha hecho que tales metodologías puedan aplicarse a otros campos, tales como los profesionales, laborales, educativos y personales. Pese a su funcionalidad, no son muy conocidas en los entornos educativos y académicos. Su principal ventaja reside en su capacidad de adaptación a las circunstancias específicas y cambiantes de los proyectos.   

La metodología ágil FODA o DOFA (según sus iniciales) sirve para analizar e identificar la situación de una organización, proyecto o plan de acción, determinando sus fortalezas, debilidades, oportunidades y amenazas. Mientras las fortalezas y debilidades se refieren a los aspectos internos del proyecto, las oportunidades y amenazas, a los aspectos externos. Dada su flexibilidad e inmediatez, se puede aplicar al inicio, durante o el final del proyecto. Así mismo, es fácil de revisar y actualizar según las circunstancias cambiantes del entorno. Aparte de darnos una radiografía del estado del proyecto, la herramienta FODA permite hacer los ajustes en cualquier momento, así como proyectar la situación futura y establecer planes de acción.

Se puede trabajar de manera individual o grupal. En caso de trabajar con grupos grandes conviene organizar a su vez subgrupos (hasta de 5 o 6 miembros) y entregar a cada grupo tarjetas para ir anotando en ellas los aspectos. En cada tarjeta se escribe un solo aspecto; luego, cada tarjeta se va a ir pegando en la categoría correspondiente, (fortaleza, oportunidad, debilidad o amenaza) de la matriz DOFA. La misma puede dibujarse en un tablero o pared a la vista de todos. Una vez realizada esta tarea, se procede a unificar los aspectos que coincidan. En caso de que la lista de aspectos sea muy amplia, resulta productivo restringirla los que generen mayor impacto para el proyecto, por ejemplo, entre 3 y 5 aspectos máximo, por cada una de las cuatro categorías para enfocarse en ellos. j

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19.10.21

Análisis filosófico de un concepto

Luis Villoro
El filósofo Luis Villoro ofrece en el texto 
Creer, saber, conocer, (1982) un análisis sistemático de los conceptos epistémicos fundamentales como creencia, certeza, saber y conocimiento. En el siguiente fragmento de dicha obra, el autor examina papel de la filosofía en el análisis de los conceptos.

La filosofía ha consistido siempre en un examen de los conceptos a partir de sus múltiples usos en el lenguaje ordinario. Desde Sócrates hasta Wittgenstein el material de la reflexión filosófica, donde puede iniciar su búsqueda incesante de claridad y distinción, es el riquísimo mundo del pensamiento humano ordinario, tal como se expresa en el lenguaje común. Muchos términos son usados sin precisión, sus fronteras de aplicación son vagas, a menudo una misma palabra puede tener varios significados y expresar conceptos epistémicos diferentes; sobre todo, en el lenguaje común no están sistematizados los conceptos, de modo no se expresan sus relaciones lógicas. Al análisis filosófico le corresponde la clarificación, distinción y sistematización de esos términos, hasta llegar a un sistema ordenado de conceptos definidos con cierta precisión. Aunque parte de los usos comunes del lenguaje, el análisis conceptual conduce así a una reforma del lenguaje.


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5.10.21

Guía para el análisis de dilemas morales. Un caso práctico

Edgar Bravo M. 
Los dilemas morales son conflictos morales extremos en el sentido en que se enfrentan dos obligaciones morales cuya resolución implica necesariamente optar por una, y solo una de ellas, y sacrificar la otra. Para el filósofo Richard Rorty, tener que decidir por una opción moral y sacrificar la otra, genera una dosis de remordimiento con la que hay que aprender a vivir.

 Veamos un ejemplo de un dilema moral propuesto por Bernard Williams:  “Un visitante extranjero en un pueblo de un país suramericano se enfrenta a la siguiente situación: en la plaza del pueblo, el jefe de los policías ha puesto a veinte indios contra la pared y le explica al visitante “que los indios son un grupo de habitantes elegidos al azar que, a consecuencia de unos recientes actos de protesta contra el gobierno, van a ser fusilados para recordar a otros posibles descontentos las ventajas de no protestar”.  El policía le ofrece entonces al visitante el “privilegio” de matar a uno de los indios, en cuyo caso los demás quedarán libres. Si el visitante no acepta, entonces el policía matará a veinte”. 

 Para acceder a la guía completa: aquí.

21.9.21

Guía de lectura de la 'Apología de Sócrates', de Platón

Edgar Bravo M

La Apología de Sócrates, escrita Platón narra el juicio y la condena de su maestro. La obra es un monólogo puesto en boca de Sócrates, en el que narra, en primera persona, cómo fue el juicio y su defensa en el mismo. Las preguntas propuestas orientan la lectura en aras de una mejor comprensión. Se han agrupado apuntando a distintos aspectos y niveles de comprensión.

Preguntas de comprensión general:

     1.    Investigue cómo funcionan los juicios en la Atenas en la época clásica. Esto le ayudará a entender la dinámica del juicio.

      2.      ¿En qué partes se estructura la Apología y cuál es el hilo conductor?

 


Preguntas para la comprensión de aspectos puntuales:

1.        ¿Quiénes acusan a Sócrates? ¿En qué consisten las acusaciones y cuáles son los argumentos?

2.      ¿Cómo se defiende Sócrates de las acusaciones? ¿Cuáles son sus argumentos?

3.      ¿A qué se refiere Sócrates al afirmar: ‘Solo sé que nada sé’? ¿Cómo podría aplicarse esa afirmación en un contexto educativo?

4.      ¿Qué plantea Sócrates con la sentencia délfica ‘Conócete a ti mismo’? ¿Cómo es posible y con qué fin habría que ‘conocerse a sí mismo?

 

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Temas relacionados:

Síntesis de la Apología de Sócrates de Platón

La cuestión socrática: ¿Qué sabemos realmente acerca del pensamiento de Sócrates?

7.9.21

Las cuestiones fundamentales de la libertad

Erich Fromm
El psicoanalista alemán plantea las cuestiones que resultan fundamentales al momento de tratar de entender la dimensión y complejidad que entraña la pregunta por la libertad para el sujeto moderno en tanto que problema filosófico, psicológico, sociológico y antropológico. Este texto corresponde a un aparte de su célebre libro El miedo a la libertad. De otra parte, este texto nos da una buena idea de lo que implica formularse un problema a través de preguntas filosóficas.

Las cuestiones fundamentales que surgen cuando se considera el aspecto humano de la libertad, el ansia de sumisión y el apetito de poder, son estas: ¿Qué es la libertad cómo experiencia humana? ¿es el deseo de libertad algo inherente a la naturaleza de los hombres? ¿se trata de una experiencia idéntica, cualquiera que sea el tipo de cultura a la cual una persona pertenece, o se trata de algo que varía de acuerdo con el grado de individualismo alcanzado en una sociedad dada? ¿es la libertad solamente la ausencia de presión exterior o es también la presencia de algo? Y, siendo así, ¿Qué es ese algo? ¿Cuáles son los factores económicos y sociales que llevan a luchar por la libertad? ¿puede la libertad volverse una carga demasiado pesada para el hombre, al punto que trate de eludirla? ¿Cómo ocurre entonces que la libertad resulta para muchos una meta ansiada, mientras que para otros no es más que una amenaza? ¿no existirá tal vez, junto a un deseo innato de libertad, un anhelo instintivo de sumisión? Y si esto no existe, ¿Cómo podemos explicar la atracción que sobre tantas personas ejerce actualmente el sometimiento a un líder?

Para acceder al texto completo: aquí.

28.8.21

Narrativa e identidad personal

 

Jorge Larrosa

Estamos hechos de historias: de las que escuchamos, de las que contamos, de las que nos contamos, de las que nos contamos sobre nosotros mismos, de las que otros cuentan sobre nosotros. En fin, la narrativa es un constante enriquecimiento del devenir constante que somos. En este corto fragmento, Larrosa aborda la cuestiones de la narrativa en relación con la identidad personal.

De lo que se trata aquí es de mostrar cómo el sentido de lo que somos o, mejor aún, el sentido de quién somos, depende de las historias que contamos y que nos contamos y, en particular, de aquellas construcciones narrativas en las que cada uno de nosotros es, a la vez, el autor, el narrador y el caracter principal, es decir, de las autonarraciones o historias personales. Por otra parte, esas historias están construidas y mediadas en el interior de determinadas prácticas sociales más o menos institucionalizadas: un confesionario, un tribunal, una escuela, un grupo de terapia, una relación amorosa, una reunión familiar, etc. Por decirlo en una sola proposición, el sentido de quién somos es análogo a la construcción y la interpretación de un texto narrativo y, como tal, obtiene su significado tanto de las relaciones de intertextualidad que mantiene con otros textos como de su funcionamiento pragmático en un contexto. 

La experiencia de la lectura. Estudios sobre lectura y formación. (1996).

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7.8.21

Nos da miedo pensar

Bertrand Russell

No siempre estamos dispuestos a aceptar las consecuencias en nosotros y en los demás, del ejercicio de pensar. Tarde que temprano, el pensamiento termina cuestionando la moral establecida y los límites del poder. El texto del filósofo inglés (1872-1970) es una vehemente defensa del pensamiento crítico, tan mentado pero tan escaso en nuestros días. 

El ser humano teme al pensamiento más de lo que teme al cualquier otra cosa del mundo; más que a la ruina, incluso más que la muerte. El pensamiento es subversivo y revolucionario, destructivo y terrible. El pensamiento es despiadado con los privilegio, las instituciones establecidas y las costumbre cómodas; el pensamiento es anárquico y fuera de la ley, indiferente a la autoridad, descuidado con la sabiduría del pasado.

Pero si el pensamiento ha de ser posesión de muchos, no el privilegio de unos cuantos, tenemos que habérnoslas con el miedo. Es el miedo el que detiene al ser humano, miedo de que sus creencias entrañables no vayan a resultar ilusiones, miedo de que las instituciones con las que vive no vayan a resultar dañinas, miedo de que ellos mismos no vaya a resultar menos dingos de respeto de lo que había supuesto.

¿Va a pensar libremente el trabajador sobre la propiedad? Entonces, ¿qué será de nosotros los ricos? ¿Van a pensar libremente los muchachos y las muchachas jóvenes sobre el sexo? Entonces, ¿qué será de la moralidad? ¿Van a pensar libremente los soldados sobre la guerra? Entonces, ¿qué será de la disciplina militar?

¡Fuera el pensamiento! ¿Volvamos a los fantasmas del prejuicio, no vayan a estar la propiedad, la moral y la guerra en peligro!

Es mejor que los seres humanos sean estúpidos, amorfos y tiránicos, antes de que sus pensamientos sean libres. Puesto que si sus pensamientos fueran libres, seguramente no pensarían como nosotros. Y este desastre debe evitarse a toda costa. Así arguyen los enemigos del pensamiento en las profundidades inconscientes de sus almas. Y así actúan en las iglesias, escuelas y universidades. 

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22.7.21

Lectura introductoria al Protágoras de Platón a partir del problema de la virtud (aréte)

Edgar Bravo M. 

Entre los diálogos de Platón, sobre todo los llamados diálogos socráticos, el Protágoras ocupa un lugar privilegiado. Aquí Platón expone, de manera amplia, diversas concepciones de Sócrates acerca de la educación, la cultura y la ética. Junto con la Apología y el Critón, el Protágoras nos da una visión de conjunto del pensamiento socrático.

 

Pero el mérito del Protágoras es más amplio. En cuanto a su estilo, goza de una perfección difícilmente igualada por ningún otro diálogo. La vivacidad de los personajes y la fluidez con que se desarrolla el diálogo mantienen, a lo largo del mismo la vitalidad, la elegancia y la claridad. En su extensión, también sobrepasa y con mucho, los demás diálogos socráticos. En cuanto a su contenido, Platón desarrolla temas muy socráticos, dejando de lado cualquier alusión a la Teoría de las Ideas. Por todo lo anterior, no resulta aventurado pensar que este diálogo fuera escrito en una época posterior a los primeros diálogos, no muy posterior quizá, y que tenía como fin aclarar y conservar las enseñanzas de su maestro.

 

En el Protágoras se encuentra una variada reflexión sobre la virtud; parte de esta reflexión se inicia ya en diálogos anteriores. Pero a diferencias de esos diálogos, en el Portágoras el análisis no se centra en una virtud particular, sino en todas las virtudes particulares en general, en sus relaciones entre sí y sus relaciones con la virtud toda. Además de estos temas, otros que estructuran el diálogo se refieren al debate, entre Sócrátes y Protágoras, sobre la posibilidad de enseñar la virtud, sobre la concepción de la virtud como saber y sobre la relación entre placer y saber.

 

El diálogo se abre precisamente examinando Sócrates las pretensiones de los sofistas de erigirse en maestros de la virtud política. El escenario es la casa de Calias, adonde asisten las personalidades intelectuales de la época: Pródico, Hipias, el joven Alcibíades, Protágoras, entre otros. Podemos imaginarnos el diálogo completo como un ejemplo típico de la polémica suscitada por los sofistas en la segunda mitad del siglo V a.C. en Grecia, en torno al problema de la educación, sobre todo enfocado a la vida política. En el diálogo, Platón contrapone la concepción ética de Sócrates con la paideia de los sofistas. El problema formulado es el siguiente: ¿puede la sabiduría del sofista engendrar en otros hombres la virtud para hacerlos buenos ciudadanos?, en otras palabras, ¿es la virtud enseñable?

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7.7.21

La oveja negra


Augusto Monterroso                                                                                                                                                                                                   Nacido en Honduras, nacionalizado en Guatemala y exiliado en México, el autor de La oveja negra y demás fábulas, 1969, a través del relato breve atribuye a los animales características propias de los seres humanos. En la fábula que aquí presentamos, Monterroso contrapone las ovejas blancas, que representan la mayoría, con la negra, que sería la minoría. Muestra también el rechazo social al que piensa diferente y y como después de condenarlo y excluirlo es exaltado como ejemplo. 



La Oveja negra

En un lejano país existió hace muchos años una Oveja negra.

Fue fusilada.

Un siglo después, el rebaño arrepentido le levantó una estatua ecuestre que quedó muy bien en el parque.

Así, en lo sucesivo, cada vez que aparecían ovejas negras eran rápidamente pasadas por las armas para que las futuras generaciones de ovejas comunes y corrientes pudieran ejercitarse también en la escultura.

20.6.21

La ciencia moderna y las matemáticas

Yuval Noah Harari

El mundo ha cambiado vertiginosamente en los últimos 500 años y, en buena parte, se debe al surgimiento de una ciencia nueva basada en la observación, el método experimental y el desarrollo de las matemáticas. Esta nueva forma de conocer deja atrás la fuente de saber que dominó el mundo europeo medieval: la Biblia. Ahí estaban todas las respuestas a lo que importaba saber. En este fragmento de la obra de Harari, De animales a dioses. Breve historia de la humanidad, se muestra las novedades que trae consigo este nuevo saber científico, en particular, el impacto de las matemáticas.

 

 “En 1500, los humanos estaban confinados a la superficie de la Tierra. Podían construir torres, escala montañas, pero el cielo estaba reservado a las aves, los ángeles y las deidades. El 20 de julio de 1969, los humanos llegaron a la luna. Esto no fue solo un acontecimiento histórico, sino una hazaña evolutiva e incluso cósmica. Durante los cuatro millos de años de evolución previos, ningún organismo consiguió siquiera abandonar la atmósfera de la Tierra, y ciertamente ninguno dejó la huella de un píe o de un tentáculo sobre la luna”.

Yuval Noah Harari

 La ciencia moderna no tiene dogma. Pero posee un núcleo común de métodos de investigación, todos los cuales se basan en recopilar observaciones empíricas (las que podemos observar con al menos uno de nuestros sentidos) y ponerlas juntas con ayuda de herramientas matemáticas. 

 A lo largo de la historia, la gente recopiló observaciones empíricas, pero por lo general la importancia de la misma era limitada. ¿Por qué malgastar recursos preciosos para obtener nuevas observaciones cuando ya tenemos [en la Biblia] las respuestas que necesitamos? Pero cuando los individuos modernos admitieron que no sabían las respuestas a algunas preguntas muy importantes, vieron necesario buscar un saber completamente nuevo. En consecuencia, el método moderno de investigación científica dominante da por sentada la insuficiencia del conocimiento antiguo. En lugar de estudiar antiguas tradiciones, ahora se pone el énfasis en nuevas observaciones y experimentos. Cuando la observación actual choca frontalmente con la tradición pasada, damos prioridad a la observación. Desde luego, los físicos que analizan los espectros de galaxias distantes, los arqueólogos que analizan los hallazgos de una ciudad de la Edad de Bronce y los politólogos que estudian la aparición del capitalismo no desdeñan la tradición. Empiezan estudiando qué es lo que han dicho y escrito los sabios del pasado. Pero desde su primer año en la facultad, a los aspirantes a físicos, arqueólogos y politólogos se les enseña que su misión es ir más allá de lo que Albert Einstein, Heinrich Schliemann y Max Weber llegaron a conocer. j

                                                                                                                                                           De animales a dioses. Breve historia de la humanidad.

2015.


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